Una experiencia más que ha pasado

Hoy ya estamos en marzo del 2023, parece otra vida cuando fue agosto del 2022. Un agosto que auguraba cambios en las cosas a partir de insertarme en el CEO de las cosas aviares del país.

Debo admitir que muy desde el inicio tenía la sensación que las cosas terminarían de la manera que lo hicieron debido a que gobernarme no es tarea sencilla. Mi perfeccionismo, reducida tolerancia a la burocracia y actitud expedita a los procesos genera escozor en los locales y preocupación en los foráneos.

Y fue así que la luna de miel de la dirección duró menos de un mes. Además que en muchos sentidos era una dirección simbólica, adscrita a los caprichos de una directiva que se reunía con renuencia y en el mejor de los escenarios decidía las cosas por salir del compromiso.

Pude apreciar que si bien la cultura de los pajareros ha crecido y edificado, está plagada de una multiplicidad de vicios. Los caciques pajareros que piensan tienen a los pájaros amarrados, el egoísmo promedio del pajarero y una masculinidad tóxica auspiciada por una horrenda inseguridad, plagan al pasatiempo. Aunado a esto, la terrible necesidad de sobresalir que confunde los propósitos.

Siendo así, los problemas comenzaron temprano más que tarde. Es desafortunado que las cosas terminaran así, o quizás fue indudablemente lo mejor. Intenté por todos mis medios posibles resolver, gestionar y asesorar, pero la arrogancia pasiva de los foráneos es tal que no escuchan más que lo que desean ejecutar aun cuando esas ideas sean descabelladas. El colonialismo en el siglo XXI ha tomado una actitud tácita, sin querer queriendo, como quien no quiere la cosa, pero la hace porque así ha sido siempre.

Las cosas más sencillas se atrasaron al punto que opté por ejecutarlas sin informar y de esta manera poder adelantar una variedad de cosas. Estoy seguro que de esperar, seguiría esperando ante una apreciable falta de visión en el corto plazo, procedimientos administrativos azarosos y sueños de naves espaciales con tecnología de la rueda. Y no es que la visión grande sea inadecuada.

Pero la visión grandiosa debe acomodarse a las circunstancias específicas de la cultura. Es necesario comprender de donde viene y hacia donde se desean mover aquellos a quienes las estrategias «vienen sugeridas». Lo que comprendí muy temprano es precisamente eso: No hay un plan claro pues la estrategia que se desea aplicar no considera a los locales en su cosmovisión sino que insertarlos en algo que no es propio. Es transformar la cultura en aquello que beneficie a terceros.

De esta manera desistí continuar ejecutando algunos esfuerzos que tenían que ver precisamente con la gestión de los grupos afiliados (o desafiliados) pues entre la organización y los caudillos existe un pleito de poder, de un poder imaginario. Nuevamente, las masculinidades tóxicas demuestran lo peor de si mismas en las cosas más irrelevantes.

Así que desistí de la CEO´ada porque no tenía sentido para mí. Estaba intentando navegar un buque lleno de tripulación en conflicto con pasajeros incapaces de asistir al no ver el propósito de sacar adelante la navegación. Quizás no les supe motivar lo suficiente o quizás tomé la decisión correcta. Estoy seguro que la decisión tomada es la correcta pues no pudo haber otra.

Ante todo, mi criterio profesional debía estar intacto, pues los intentos de culparme caprichos ajenos es ofensivo. Tomando en cuenta que jamás vendería a una persona o grupos de personas por cosas estúpidas como el cacicazgo de un grupo. Nunca he sido cacique y no deseo serlo porque siento que no vale la pena. Los que necesitan de mi consejo y opinión la encuentran donde la necesitan. No necesito ejercer influencia política para darla y menos quitarla.

Estoy feliz, intenté hacer cosas grandes, pero uno pronto se entera en donde es útil y en donde tarde o temprano será el chivo expiatorio de terceros. La vida me ha enseñado que el problema de la humanidad son las personas. Hay demasiadas pasiones, agendas ocultas, carencia de motivación e incapacidades intrínsecas que llevan cualquier propósito a pique.

Admito que es muy difícil gobernarme y una persona débil de carácter no podrá nunca hacerlo. Y antes de que me echen me iré, una y otra vez. En el «gig economy» nada es para siempre. Todo dura muy poco, pero siempre hay algo más. Las cosas continúan tal y como estaban pre agosto 2022, quizás algunas cosas que se adelantaron. Mis barbas están en remojo ante la experiencia para crecer y continuar a la siguiente cosa.

El crecimiento del resto es cosa del resto.

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~ por Luis Daniel en marzo 5, 2023.

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